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viernes, 26 de abril de 2019

7 errores de escritor aficionado




1. Escritura ampulosa y abstracta

A casi nadie le gusta demostrar que es nuevo en algo. Todos queremos mostrarnos como unos expertos en todo lo que hacemos. Y de esa actitud (comprensible, por otro lado) se deriva otro de los errores de escritor aficionado: esconder su falta de experiencia tras una escritura ampulosa.

Sí, justamente ese tipo de frases que algunos autores comparten en sus redes sociales para demostrar su oficio, pero que, ups, justamente hacen lo contrario: señalarles como principiantes. Es como si las hubieran escrito para demostrar lo escritores que son en vez de para expresar algo con ellas.

El uso de un lenguaje amanerado, de metáforas rebuscadas, de frases grandilocuentes no te convierte en mejor escritor. Por el contrario, te señala como un novato.

Escribir con sencillez no tiene nada de malo. Muchos grandes escritores usan un lenguaje simple y un estilo sobrio. Además, cuando te pasas de rebuscado corres el riesgo de que tu escritura se vuelva abstracta. Es decir, una escritura que no revele nada, cuyo significado quede oculto por términos vacíos e imágenes incomprensibles.

2. Mostrar, pero mal

Muchos escritores noveles han hecho suyo el adagio «mostrar, no contar». Ya saben que no basta con decir «Julia estaba alegre por haber obtenido el puesto» (esa es además una muestra de la escritura abstracta que señalábamos más arriba), sino que deben mostrar esa alegría: «A Julia no se le borraba la sonrisa de la cara desde que supo que había conseguido el puesto». Si el lector se representa a Julia sonriendo se hará una idea mucho más cabal de su estado de ánimo que si simplemente le decimos que Julia estaba alegre.

Pero el famoso «mostrar, no contar» no se refiere exactamente a eso, hay que ir un paso más allá. Tienes que mostrarle al lector en qué se basa esa alegría que experimenta Julia, para que la comprenda y la haga suya.

«A Julia no se le borraba la sonrisa de la cara desde que supo que había conseguido el puesto. Se acabaron las penurias económicas y el no llegar a fin de mes. Ahora podría ponerse al día con el alquiler, se acabaron las conversaciones con el casero en las tenía que suplicar por un poco más de tiempo, asegurándole que le pagaría los atrasos. Si se organizaba bien, podría ahorrar un poco y tener un colchón con el que hacer frente a imprevistos. Y en Navidad le compraría a Pedro el monopatín que le había prometido».

Con ese párrafo la alegría de Julia se hace palpable porque se hace comprensible. Al no tener empleo, Julia tenía problemas económicos. Debía el alquiler, no tenía ahorros y no le podía comprar a su hijo el juguete que quería. Pero el nuevo empleo abre ante ellas nuevas y más halagüeñas perspectivas.

De hecho, si a lo largo de la narración has descrito las penurias económicas de Julia, los tensos encuentros con el casero o su frustración por no poder satisfacer los deseos de su hijo, el lector comprenderá mucho mejor la situación presente porque habrás mostrado.

3. Atribuciones de diálogos

En las atribuciones de diálogos patinan la mayoría de los escritores noveles (y algunos con experiencia).

Hay varias formas de que tus diálogos te delaten como un amateur:

Los verbos: farfulló, barbotó, rio, suspiró, resopló, murmuró… usas todo tipo de verbos cuando tus personajes hablan, excepto dijo. Esto sucede por dos razones. La primera, que crees obligado señalar de continuo quién habla. Al hacerlo, te ves en la obligación de usar continuamente el verbo dijo, así que para no hacerlo optas por verbos más creativos. La segunda, que intentas que el verbo aporte el énfasis que las palabras de tus personajes no tienen. En lugar de hacer que las palabras de tu personaje muestren su enfado, su alegría o su temor, acudes a la acotación del narrador para aclarar su sentido. Aquí hablamos largo y tendido sobre esta mala costumbre que muchos tenéis.
La puntuación: Para marcar un diálogo se usa la raya (—) y no el guion (-). También hay que saber dónde colocar los signos de puntuación, como comas y puntos. También te recomendamos que prestes mucha atención cuando leas, así te harás enseguida con la manera correcta de puntuar tus diálogos.

4. Cambios en el narrador

Usar varios narradores, por ejemplo uno en primera y otro en tercera, es un recurso fantástico para darle complejidad y hondura a un texto. Te permite jugar con las perspectivas, convirtiendo la historia en un caleidoscopio.

Pero usar varios narradores requiere un buen trabajo previo de planificación, trabajo que los escritores noveles no suelen hacer. De hecho, con frecuencia los cambios de narrador en sus obras son impremeditados. Es decir, saltan de un narrador en primera a uno en tercera, o viceversa, sin darse cuenta. En ocasiones esto se debe a un cambio de opinión durante la escritura.

Por ejemplo, empezaste a narrar la historia en primera, pero en un momento dado comprendiste que ese narrador no te permitía ciertas cosas, que te imponía limitaciones. Entonces cambiaste a un narrador en tercera. En el mejor de los casos te acordaste de revisar el texto que ya llevabas escrito para corregir el narrador, pero a final, es inevitable, quedaron frases e incluso párrafos en narrados en primera persona.

Lo mejor es que en un principio uses un único narrador. A medida que vayas soltándote en la escritura, puedes probar a usar varios narradores e incluso hacer que tu narrador juegue con los puntos de vista.

Y si vas a usar varios narradores asegúrate también de que ese recurso conviene a la historia y de que no se trata solamente de tu deseo de hacer alardes de técnica.

5. Usar la ortotipografía para enfatizar

Si usas las cursivas, las comillas o las mayúsculas para enfatizar partes de tu narración estarás cometiendo uno de los típicos errores de escritor aficionado. Ya sabes, cosas como: «Sal de aquí AHORA», «Su opinión sobre él había cambiado desde que había descubierto aquello» o «Era una “típica” mañana estival». Las mayúsculas, cursivas y comillas de los ejemplos anteriores se han usado para dar un determinado sentido a las palabras.

Ahora bien, ese sentido debería poder inferirse del propio texto. Muchas veces se inferirá, así que al enfatizar ciertas palabras solo le estarás diciendo al lector que crees que es incapaz de captar el significado de lo que le estás contando.

Y si no es así, si crees que el lector no podrá inferir el significado o el sentido del texto, es que no lo has hecho bien. Escribe de nuevo ese fragmento asegurándote de dar las claves necesarias para que el lector comprenda lo que estás queriendo decir.

6. Adjetivos y adverbios

No es que estemos en contra del uso de adjetivos y adverbios, al contrario. Pero sí estamos en contra de su abuso.

Horacio Quiroga lo expresó así: «Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil».

Como escritor debes tener un excelente dominio de tu lengua. Será ese dominio el que te permita dar con la palabra adecuada, certera, para expresar, definir o describir lo que quieres.

Sentimos decírtelo pero para adquirir ese vocabulario que te permitirá escribir con precisión solo hay una fórmula: leer. Lee mucho y consulta cada palabra que desconozcas en un diccionario para ir ampliando tu vocabulario.

7. Nombres propios

Los escritores noveles tienen un extraño gusto para elegir los nombres propios de sus personajes o de los lugares donde transcurre la acción de sus historias.

Hay cierto gusto por los nombres extranjeros y parece que los personajes son más reales si se llaman Jack, Helen o Frank. También por nombres poco comunes (Eleonora, Pamela, Lucinda), especialmente entre los personajes femeninos.

Es uno de los errores de escritor aficionado considerar que tu personaje, ese personaje que es tan especial para ti y del que en fondo estás un poco enamorado, tenga algo que pueda hacerle común y corriente. ¿Cómo se va a llamar Laura, Pedro, Ester o Roberto?

Sin embargo tu personaje no debería ser nadie especialmente extraordinario. Incluso aunque lo sea, incluso aunque sea una heroína con superpoderes que va a salvar a la humanidad. Porque lo que busca el lector es poder identificarse con ella. Solo así vivirá como propias sus aventuras y las recordará para siempre.

Así que cuidado con el nombre que eliges. ¿Es que la historia que planeas que le suceda a Jack no podría pasarle a un Santi?

Fuente: https://www.sinjania.com/errores-de-escritor-aficionado/

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