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martes, 29 de enero de 2019

Curso completo: escribir una novela VI: Los personajes menores




Antes de entrar en materia, me gustaría aclarar que existen dos tipos de personajes menores: los secundarios y los incidentales o episódicos.

Los personajes secundarios siguen siendo importantes para la historia, pero de una forma menor que los protagonistas. Aunque participen en la trama y el conflicto, no llevan el peso y su arco de personaje —si lo hubiera— es más estático que el de los personajes principales. Por norma general, los secundarios sirven para hacer avanzar la historia, apoyando al protagonista o funcionando como obstáculos. También pueden ser importantes para las subtramas.

Los personajes incidentales o episódicos son aquellos que aparecen esporádicamente, una o dos veces a lo largo de la novela, casi de forma anecdótica, porque los necesitamos en ese instante para aportar algo. Esto no significa que no sean importantes, pueden ser personajes clave para el desarrollo de la trama. Por ejemplo, un hombre que se acerca a nuestro protagonista para entregarle una tarjeta de memoria con una información importante que pondrá en marcha la historia. Es posible que ese hombre misterioso no vuelva a aparecer, pero sin él, nada habría pasado.

Los personajes episódicos pueden tener también una función ambiental —la cajera del supermercado, el revisor del metro…—, y servir como apoyo para explorar una emoción del protagonista o darle forma al universo narrativo. En cualquier caso, como ya habrás visto, este tipo de personajes no necesitan desarrollo y, más que personajes en sí, son herramientas, elementos narrativos en función de un conjunto mayor, que es la propia historia.

Por eso no será necesario que inventes un pasado para los personajes episódicos ni crees para ellos un arco de personaje —con su corta aparición, no les da tiempo a evolucionar—, pero sí hay otros puntos del desarrollo de personajes menores que podrías trabajar. A continuación veremos cuáles, como siempre, paso a paso:


Escapa del cliché

Resulta sencillo caer en los tópicos cuando creamos personajes menores, sobre todo si estos son episódicos. Por ejemplo, si pienso en incluir a un cocinero en algún momento de mi libro, lo primero que se me ocurre es un tipo gordinflón y simpático, pero ¿es esta la mejor opción para mi historia? ¿O podría encontrar otra, más alejada del cliché, que le diese al conjunto de la novela una mayor profundidad?

Uno de mis personajes episódicos favoritos es el anciano que puede hablar con los gatos en Kafka en la orilla, de Haruki Murakami, porque cuando lo leí me pareció rompedor, me descolocó todos los esquemas. No digo que todos nuestros personajes tengan que ser tan originales y surrealistas como los de este escritor nipón —está claro que Murakami tiene un estilo propio y ni debemos ni tenemos que escribir como él—, pero sí podemos intentar darle una vuelta de tuerca a nuestra historia, plantearnos si podemos llegar un poco más allá y salirnos un poco del molde.

Determina su papel en la historia

Aquí se abren dos frentes distintos pero relacionados entre sí. Por un lado, hay que saber qué rol tiene el personaje secundario o el episódico respecto a los personajes principales. Por ejemplo, el ayudante del protagonista, el escudero —no literalmente, claro, sino de manera simbólica—, el confidente, el personaje obstáculo o el de impacto son algunos de los roles más importantes para los personajes secundarios.

Por otro lado, también es importante saber qué función cumple el personaje dentro de la trama. ¿Participa en alguna subtrama? ¿Buscamos que trabaje como personaje de contraste para resaltar una cualidad del protagonista? ¿Queremos que ponga obstáculos a los personajes principales en su camino hacia la meta? ¿O su función es solo la de ambientar la historia?

Sea cual sea la respuesta, conocer el papel exacto que el personaje cumple en tu historia te ayudará a darle forma con mayor facilidad y, sobre todo, a decidir en qué momentos o escenas deberá aparecer.

Dales una personalidad propia

Esto solo es necesario desarrollarlo a fondo con los personajes secundarios —para los episódicos, como comenté antes, bastan un par de pinceladas— y lo más probable es que la información que crees no llegue a aparecer en tu novela. De hecho, mejor que no aparezca, porque en la mayor parte de los casos carece de importancia para el conjunto de la historia.

Sin embargo, tener estos datos en tu cuaderno o en tu cabeza te ayudarán a que cada personaje, por breve que sea su aparición en la novela, tenga una voz propia. Tu novela saldrá ganando.

¿Y qué pasos seguir para crear estas personalidades individuales?

Como siempre, no hay una única respuesta. Puedes seguir las pautas que mejor se adapten a tu forma de trabajar, pero a mí las que me funcionan son las siguientes:

1. Pasado e historia personal: de nuevo intentando escapar del cliché, me gusta crear uno o dos párrafos —la extensión varía según la importancia del personaje en la historia— con la trayectoria del personaje. Una pequeña biografía a grandes rasgos.

2. Objetivo en la historia: esto es algo que aprendí de mis clases de teatro en la escuela porque el profesor insistía mucho en ello, incluso cuando solo teníamos que interpretar a un personaje menor. Nos decía que le diésemos una intención al personaje, un motivo para estar allí, un objetivo en la vida o, por lo menos, en la historia. Así sabríamos cómo se comportaría en cada caso.

3. Evolución en la historia: otro aspecto solo necesario para los personajes secundarios que tienen un papel relevante o que están vinculados a una trama, pero que le dará profundidad y fuerza a cualquier historia.

Vincúlalos a un escenario

Por último, me gustaría hablaros de un pequeño truco que no es obligatorio, pero al que puedes recurrir en ocasiones y que funciona mejor cuanto menos importante es el personaje. El de unir un personaje secundario o episódico a una localización concreta de la historia.

¿Con qué fin? Bueno, si tienes muchos personajes, la novela es muy larga o ese personaje sale poco, este truco facilitará las cosas al lector a la hora de recordar de quién se trata. Como te comentaba, no es algo obligatorio, pero ayuda. Así que antes de mover a un personaje de su escenario original, pregúntate si es necesario. Si no lo es, ¿por qué hacerlo?

Fuente: https://www.literautas.com/es/blog/post-14603/como-escribir-una-novela-6-los-personajes-menores/

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