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jueves, 31 de enero de 2019

Curso completo: escribir una novela VIII: Los puntos claves de tu historia




Escena de apertura

Una parte fundamental de toda novela es su inicio. La escena con la que la historia arranca es lo primero que se encuentra el lector (o el editor y el agente literario si estamos buscando a alguien que nos publique), así que es importante hacerlo bien.

Dedica un tiempo a pensar cuál podría ser el momento correcto para comenzar la historia. Normalmente esta escena resulta perfecta para introducir los problemas de fondo del protagonista o el tema de la historia, pero también nos sirve para mostrar el detonante que pone en marcha la aventura.

Sea cual sea la respuesta, intenta que la escena de apertura tenga acción, movimiento, que se trate de una escena dinámica que invite a continuar la lectura. Comenzar con lo que se conoce en el mundillo como backstory (es decir, contando el pasado, vida y obra del protagonista) antes de saber nada de los personajes principales, puede resultar tedioso para el lector.

Si quieres más información sobre este tema, puedes consultar el artículo sobre cómo escribir los primeros párrafos de una novela.

También puede ayudarte echarle un vistazo a la teoría del cociente MIPA de Orson Scott Card; o, lo que es lo mismo, cómo elegir cuándo empezar y terminar una historia.

Detonante

Si el detonante no aparece en la escena de apertura, no tardes mucho en introducirlo. Este elemento es el que pone la historia en marcha, el que provoca que las circunstancias del protagonista y su universo cambien, así que lo que sucede a partir de ahí resultará más interesante para el lector.

De nuevo piensa qué escena funcionaría bien para mostrarlo y cómo. Aunque ten en cuenta que esto también es opcional. Hay novelas que comienzan después de que el detonante haya entrado en juego y luego nos vamos enterando poco a poco de lo que ha pasado.

Aparición de la meta externa

Como hemos comentado antes, el detonante cambia el universo del protagonista. Lo pone todo en marcha y obliga al protagonista a perseguir un objetivo. Recuerda que este objetivo ya lo definimos cuando creamos al personaje protagonista. Ahora es el momento de darle su propia escena para mostrarlo en el libro.

Reflexiona sobre tu propia historia y plantéate cómo deberías representar este punto, ese momento en el que el personaje descubre la meta externa que ha de seguir. A veces puede saltar a ella inmediatamente, otras puede negarse… De nuevo, como comentaba antes, este punto puede aparecer mezclado con otro en una misma escena.

Reacciones

En estas últimas semanas has trabajado los personajes de la historia y sus objetivos. Sabes que el conflicto y el detonante han creado una situación en la que el personaje principal ha de perseguir una meta y, con suerte, le han provocado algún tipo de dilema. Por eso es importante también que pienses en las reacciones de los personajes a cada situación de la historia.

Un detonante o un giro en la trama tendrán que provocar una respuesta en el comportamiento (o al menos en el ánimo) del protagonista. Piensa qué haría en cada caso y si crees que eso generaría una escena interesante/importante para incluir en la novela.

Aparición del antagonista

Al igual que no debes demorar demasiado el detonante de la historia, tampoco deberías tardar mucho en introducir al antagonista. No se trata de que introduzcas al antagonista en la primera escena de la novela, pero tampoco esperes a mitad del libro para hacerlo. Piensa que el enfrentamiento entre estas dos fuerzas es lo que intensifica el conflicto, y sin conflicto no hay historia.

Obstáculos y dificultades

Lo que viene siendo el meollo de la novela, el desarrollo. Después de que haya estallado el detonante, el personaje principal se ha puesto en marcha en busca de su meta, comienza la parte central de la obra. ¿Qué obstáculos encontrará el protagonista en su camino? ¿Conseguirá vencerlos? Ten en cuenta que a veces es importante que haya pequeños fracasos, aunque la novela luego termine bien. Todo desarrollo de una historia y todo arco de personaje conllevan un aprendizaje, y no hay aprendizaje sin errores.

La dificultad en conseguir un objetivo hace mayor el conflicto y más interesante la historia, sobre todo cuando el protagonista falla a causa de sus imperfecciones o problemas de fondo, esos que vimos cuando tratamos el desarrollo de personajes. Piensa también cómo reaccionará el personaje ante esos obstáculos y ante sus propios fallos. Puede que la respuesta te lleve a nuevas escenas para la historia.

Lo ideal en este punto es que crees una lista de pasos (acciones y reacciones) que crees que el protagonista deberá dar para llegar desde el punto A (detonante y puesta en marcha de la historia) al punto B (el final). Si te has apuntado el truquillo de jugar con varios finales alternativos del que hablamos durante la escritura de la primera sinopsis, este es el momento de más trabajo, porque tendrás que intentar que todos sean posibles mientras avanzas en la historia.

Una pequeña nota a modo de curiosidad: si quieres que el personaje realice varios intentos para conseguir algo, fallando en las primeras ocasiones para luego triunfar, puede que te interese recurrir a la regla del tres.

Puntos de giro

Casi todas las novelas tienen puntos de giro. Algunas más, otras menos; algunos con mayor intensidad, otros más sutiles, pero es habitual encontrarlas en cualquier género y en obras de cualquier época.

Los puntos de giro son esos momentos en los que la trama da un quiebro, en los que se descubre el cadáver del que era el principal sospechoso del asesinato, o cuando la protagonista se entera de que el hombre del que se ha enamorado tiene esposa y tres hijos. Ese tipo de cosas.

Lo bueno de los puntos de giro es que intensifican el conflicto y los dilemas del personaje al mismo tiempo que hacen avanzar la trama. En la historia clásica en tres actos suele haber un punto de giro entre la presentación y el desarrollo de la obra, y otro entre el desarrollo y el desenlace.

Hoy en día, sin embargo, se acepta que puede haber otros puntos de giro durante el desarrollo. Sin pasarse, por supuesto. Tampoco es cuestión de estar mareando al lector con quiebros y más quiebros, pero un par de puntos de giro colocados estratégicamente, en esos momentos en los que la acción comienza a decaer, pueden ayudarte, tanto a mantener la intensidad, como a desarrollar la historia durante más páginas.

Clímax

Paso a paso, obstáculo a obstáculo, giro a giro, llega el momento álgido de toda historia, el momento de la verdad, el clímax. El protagonista está a punto de conseguir su objetivo, pero todas las fuerzas del antagonista están en contra. Parece que no lo va a conseguir. Está todo perdido… y entonces…

Final

Este punto ya lo habrás trabajado para crear la primera sinopsis de tu novela. Puede que incluso tengas más de un final en mente y no sepas cuál es el bueno hasta que no termines el primer borrador. Ahora llega el momento de pensar cómo quieres que aparezcan representados estos finales. ¿Qué escenas te ayudarían a mostrarlos mejor? ¿En qué punto te parece que debería terminar tu historia?

Piensa que, según la progresión que quieras para tu arco de personaje, el final puede ser positivo (el personaje evoluciona de una situación mala a una buena, tiene un final feliz), negativo (el personaje evoluciona hacia una situación peor que la inicial y la historia tiene un final trágico) o neutro (el personaje permanece igual y su situación no cambia aunque haya aprendido alguna cosa durante la historia).

También se pueden dar casos de finales ambiguos, como en la película Casablanca, en la que hay un arco con final negativo (el protagonista pierde a la chica) con otro positivo (el protagonista se sacrifica y aprende una lección que le lleva a mejorar a nivel psicológico).

Epílogo

Para terminar, plantéate si la novela necesita un epílogo para cerrar los cabos sueltos que hayan podido quedar. En ocasiones no es necesario, pero a veces ayuda, le da un respiro al lector y le permite recrearse en lo sucedido.

Eso sí, cuidado con alargar demasiado el epílogo o podemos provocar lo que se conoce como anticlímax. Es decir, diluir tanto el efecto emotivo causado por el clímax en el lector, hasta el punto de llevarlo al hastío y hacer que cierre el libro con un mal sabor de boca. A veces es mejor saber callar a tiempo.

Fuente: https://www.literautas.com/es/blog/post-14915/como-escribir-una-novela-8-los-puntos-clave-de-tu-historia/

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